Ese pequeño gran amigo: Ruano


Hace casi un año y coincidiendo con que cambiábamos de piso, decidimos que sería buena idea tener una mascota. Viviendo de alquiler no te puedes arriesgar demasiado, así que nos despedimos de tener un perro o un gato por muchas ganas que tuviéramos. Necesitábamos un animalito que fuera fácil de mantener y que además diera un poco de juego. Llegamos a la conclusión de que un conejo era el compañero ideal. Obvio que un conejo no te va a recibir cuando llegues a casa después del trabajo, pero algo más de interacción que un pez o una iguana seguro que habría. (Con todos mis respetos para los amantes de los peces y las iguanas.)

Así que ni cortas ni perezosas fuimos a la tienda de animales a por el kit completo: conejo, jaula y alimento. Bueno, miniconejo más bien...

Conejo orejas caidas


Ideal, verdad? Este tipo de conejos de orejas caídas es de una raza llamada Holland Lop, que se caracteriza por su docilidad y buen temperamento. El nombre lo teníamos claro: Ruano, que es una discoteca a la que fuimos el 80% de las noches del año pasado y que nos dio muy buenos momentos. Teniendo ya en el grupo una gata que se llama Kika, otro boliche bonairense, nuestra mascota no podía ser menos. En pocas semanas Ruanito fue creciendo. Se alimentaba muy bien, comía con ansia manzanas, melocotones, fresas, peras... pero su comida favorita no podía ser otra que la zanahoria. Aunque a veces le daba por comer otras cosas...


Ruano el conejo come cortinasRuano el conejo come pijamas


Sí, es cierto que de vez en cuando hacia de las suyas, que había que vigilarlo de cerca pero poco a poco entendió que los cables no se muerden, que a la cama no se sube y que el inodoro no es la piscina municipal. Ante estas situaciones te enfadabas, pero ahí es donde Ruano sacaba su mejor arma, te miraba con esos ojitos negros, esas orejas caídas, moviendo la naricilla rítmicamente y... bueno ya fue.

Conejo adoroso


La verdad es que nunca nos recibiste al llegar del trabajo y que tu obsesión por el cubo de basura cada vez que te abríamos la jaula era un poco compulsiva, pero en Malabia te echaremos de menos saltando, correteando y resbalándote por los pasillos.
Lola.-

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