Y de nuevo esta vez tengo que contar otra historia relacionada con los caballos. No, si al final acabaré apuntandome a clases de equitación cuando vuelva a España...
Estando de vacaciones en El Calafate preguntamos por excursiones que podíamos hacer por la zona, nos llamó la atención una visita a la estancia Cerro Frías que se podía hacer en 4x4, mountain bike o a caballo. Lo del todoterreno como que no nos convencía mucho y lo de la bici implicaba demasiado esfuerzo físico así que accedí a hacer una cabalgata por la estepa patagónica a lomos de Poli, una yegua dócil, obediente y diligente.
Los caballos de Cerro Frías realizan este recorrido unas 2 veces al día y son muy mansos, algo que pregunté reiteradamente al monitor antes de empezar. Mi primera impresión una vez subida al animal fue que iba a acabar en el suelo o perdida por la montaña pero tengo que reconocer que fue mucho más fácil de lo que esperaba. Apenas tuve que animarla a andar, ella solita sabía cuando y por donde ir, cómo esquivar los obstáculos del camino, atravesar riachuelos y subir por las escarpadas laderas del cerro.
La cabalgata transcurrió sin incidencias, cada jinete al ritmo de su caballo. Los había más perezosos como el viejo Charlie y más aventureros como Marquitos. Divisamos guanacos, aves y liebres gigantes a las que el simpático perro de la finca no dejaba de perseguir.
A pesar del viento polar a la vuelta disfrutamos la experiencia y nos sentimos por unas horas como auténticas amazonas de la Patagonia.
Besos patagónicos,
Lola.-
Estando de vacaciones en El Calafate preguntamos por excursiones que podíamos hacer por la zona, nos llamó la atención una visita a la estancia Cerro Frías que se podía hacer en 4x4, mountain bike o a caballo. Lo del todoterreno como que no nos convencía mucho y lo de la bici implicaba demasiado esfuerzo físico así que accedí a hacer una cabalgata por la estepa patagónica a lomos de Poli, una yegua dócil, obediente y diligente.
Los caballos de Cerro Frías realizan este recorrido unas 2 veces al día y son muy mansos, algo que pregunté reiteradamente al monitor antes de empezar. Mi primera impresión una vez subida al animal fue que iba a acabar en el suelo o perdida por la montaña pero tengo que reconocer que fue mucho más fácil de lo que esperaba. Apenas tuve que animarla a andar, ella solita sabía cuando y por donde ir, cómo esquivar los obstáculos del camino, atravesar riachuelos y subir por las escarpadas laderas del cerro.
La cabalgata transcurrió sin incidencias, cada jinete al ritmo de su caballo. Los había más perezosos como el viejo Charlie y más aventureros como Marquitos. Divisamos guanacos, aves y liebres gigantes a las que el simpático perro de la finca no dejaba de perseguir.
A pesar del viento polar a la vuelta disfrutamos la experiencia y nos sentimos por unas horas como auténticas amazonas de la Patagonia.
Besos patagónicos,
Lola.-
17 de enero de 2011, 5:45
Cuando vengais al campo empezamos con las clases de equitacion...yo tb estoy aprendiendo con el instructor CAPITANO! jijiji besitooo
20 de enero de 2011, 9:15
La leo tarde pero me ha gustado tu carta. ¡Un besazo Lolita!