Bariló, Bariló...

Hace justo un año, las cenizas del volcán Eyjafjallajokull sembraban el pánico en el espacio aéreo europeo. Este año en el otro hemisferio no hemos querido ser menos y el volcán Puyehue empezó a escupir cenizas generando una nube que se movía alegremente entre Argentina y Chile. Aeropuertos cerrados, cancelaciones, retrasos... Pero eso no fue lo peor: la agricultura y la ganadería de toda la Argentina se vio terriblemente afectada ya que una densa capa de polvo gris lo cubría todo.






Poco a poco la situación fue mejorando y a mediados de Agosto nos llamaron para hacer una investigación en campo: teníamos que verificar que las pistas de ski de Cerro Catedral eran esquiables en todo su recorrido. Así que metimos en la maleta toda nuestra ropa de abrigo y tomamos un avión hasta Esquel. Como el aeropuerto de Bariloche aun no estaba operativo tuvimos que desplazarnos en bus cuatro horas hasta llegar a las cabañitas en las que nos alojaríamos.





El pronóstico era bueno, los días previos a nuestra llegada hubo un temporal y ahora se venían días de sol. A la mañana siguiente alquilamos el equipo completo y subimos por el telesilla sextuple hacia la cumbre para tener una panorámica completa. A nuestra espalda del dichoso volcán y a nuestros pies el lago Nahuel Huapi luego de varios kilómetros de pistas azules, rojas y alguna que otra negra todas con nieve polvo.







Todo parecía estar en perfecto estado, incluso los caminos y los senderos entre arboles. Fuimos exhaustivos con nuestra tarea y creo que no quedo ningún telesilla o pista por verificar. Fueron 3 días de bajadas, caídas, risas y muy buena compañía. Y para terminar la jornada de esqui una Quilmes helada acompañada de chocolate Milka.





¡No se puede pedir más!
Lola.-

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